Como bien sabéis por el título de este post ¡He encontrado trabajo en Hamburgo! En mi anterior post os explicaba un poco la situación en la que me encontraba respecto a la dificultad a la hora de encontrar trabajo en Alemania sin saber alemán. Os dije a los que llegasteis a leer mi post entero, al final del todo, que hice una entrevista en el Hotel East de Hamburgo y que el director estaba bastante impresionado con mi currículum. Por eso el pasado día veinte me dio un día de prueba en el restaurante y si todo iba bien, entraba en el equipo. Tanto el restaurante East Coast que es donde estoy como el Hotel East, aparte de estar muy bien situados ambos, son preciosos por dentro. Si tenéis un rato mirad con tranquilidad sus páginas web.
Qué decir de ese día… la noche antes casi no podía coger el sueño, tenía en la cabeza millones de recetas y técnicas rondando, millones de palabras y frases que se usan diariamente en una cocina en inglés y alemán y, cómo no, unas ganas locas de ponerme manos a la obra. Hasta el día de hoy mi experiencia en las cocinas de los restaurantes había sido desastrosa (exceptuando uno); aún no llego a entender cómo en algunos sitios no entienden que ser pastelera no significa freír patatas y cuando llega una comanda de postre, irme a mi partida para emplatar. ¿Por qué hay gente en el gremio que no puede entender que lo que a mí me apasiona es la pastelería?
Incluso llegué a estar en un restaurante muy reconocido en donde creía que por lo glamouroso que era, respetarían mi profesión; pero no, eso tampoco pasó y en vez de quedarme de stage seis meses estuve dos semanas haciendo de “oompaloompa” cocinera picacebollas y pelapatatas hasta que cogí mis cosas y me fui. Cuando ya has trabajado tanto, sobre todo en tu campo, cuando lo que te apasiona lo tienes claro y, sobre todo, cuando te ha costado tanto, tanto, tanto pero que tanto esfuerzo saber todo lo que sabes, es cuando si te encuentras en un sitio de estos, recoges tus cosas y te vas; si no respetan mi profesión, yo no tengo por qué respetar esa cocina o un contrato de prácticas (si con suerte lo hay, que ese es otro gran tema a debatir).
La mañana del día veinte no estaba para nada nerviosa porque mi trabajo sé hacerlo bien, y además me encanta. Mis miedos eran más por no saber qué tipo de equipo me iba a encontrar en la cocina y si de verdad podía comunicarme con el poco inglés que saben dentro y con el mío (hace poco que comencé a estudiarlo). Lo primero que sentí al entrar por la puerta del restaurante fue una sensación como de hogar, no sé explicarlo mejor. Me ha pasado también en obradores cuando los he pisado por primera vez; ese olor en la cocina, el movimiento, el ambiente alborotado de un lado a otro de los camareros y los cocineros… Esa sensación que hace que se me pongan los pelos de punta y el corazón a mil. Tras cambiarme, Frank, el jefe de cocina, me presentó al equipo y ya me dejó con Bennet, el chico pastelero que estaba sacando la partida de la pastelería adelante desde que se fue el antiguo jefe de partida hacía tres semanas. Una de las cosas que me impresionó mucho de esta cocina es que el equipo es muy joven y, después de ver cómo trabajaban, me di cuenta de que eran jóvenes ya no solo bien formados, si no que se notaba que son un poco yonquis del trabajo como yo: aprovechaban cada rato libre para hacer cosas nuevas, sacar recetas o leer libros de grandes chefs alemanes.
Mi día de prueba no pudo ser mejor. Realicé junto con Bennet un gran trabajo y nos entendimos con nuestro inglés-alemán al 95% ya que, aunque no sepa el idioma, os diré que la experiencia es un grado muy alto y el que sabe hacer postres en España los sabe hacer en Alemania, Rusia o Francia. También es cierto que yo he pasado por tantos sitios de trabajo, he hecho tantos cursos y stages, que mi capacidad de crear en el momento con las cosas que hay son muy amplias ya que conozco muchas técnicas; las profesionales y las de salir del paso con los utensilios o materia prima que haya en el momento. Sinceramente, cuando no llevaba ni dos horas trabajando sabía que me contratarían. Tan sólo tenía que ver cómo me miraban cuando estaba realizando mis postres o decoraciones y, moverte en una cocina como si la conocieras de toda la vida, creedme que sólo lo sabemos hacer personas que hemos pasado ya por varias antes y nos hemos pasado infinidad de horas en ellas.
La cocina es grande, tiene unas instalaciones geniales y una organización muy buena. Lo que más me gusta es su filosofía de trabajar con productos frescos y de primerísima calidad, cosa que me tiene enamorada. En otros sitios donde he trabajado anteriormente la empresa te daba x litros de nata a la semana, x kilos de azúcar y x kilos de más materias primas y con eso tenías que apañártelas para hacerle postres ricos al sitio. Sí, por desgracia eso es así en muchos lugares… No tengo problema en pedir todo lo que necesite y cuando alguien hace algo nuevo, el resto de la cocina lo prueba antes. El compañerismo que hay es algo que me entusiasmó desde el primer momento: no hay gritos ni malos rollos en la cocina, no hay compañeros vagos, no hay compañeros que se metieron de rebote en esta profesión y que realmente no les gusta y, por supuesto, no hay falta de respeto para nadie. Todos, absolutamente todos, tienen un respeto muy grande ya no solo por cuidar la calidad e imagen que sale a la sala del restaurante si no para que todo por dentro esté en orden entre camareros, sushimen, cocineros, pasteleros y el equipo de limpieza.
Durante mi día de prueba a veces me paraba a pensar en que si la situación fuera al revés, de un alemán que va a España a trabajar en una cocina sin saber el idioma, cuántas cosas cambiarían… A cada rato cuando cogía un utensilio nuevo preguntaba cuál era el nombre en alemán y me respondían sin problemas. En ningún momento me sentí apartada, dejada de lado o perdida en la cocina por no conocer dónde estaban las cosas, sino que en cuanto me veían buscando algo me preguntaban, me llevaban al sitio y me lo daban ellos. Cuando tenían momentos de más tranquilidad se acercaban siempre para preguntarme qué hacía, si quería algo de beber o incluso tomarme un descanso. Aquí nadie mira sólo por su partida y ya está, sino que todos se ayudan a todos porque al fin al cabo una cocina tiene que ser lo más parecido a una familia para poder trabajar bien en equipo, al menos es mi punto de vista. No hay hora fija de entrada, cada cual se organiza su trabajo tal y como cree que es necesario para el día siguiente; nadie entra corriendo con las prisas porque ha preferido quedarse descansando en casa, sino que tener su partida perfecta para los servicios es lo primero, así que por primera vez no me siento como un bicho raro 🙂
En la última hora de mi jornada de prueba, Frank, el jefe de cocina, me llevó para hablar fuera y me dijo directamente que si quería trabajar ahí, estaba contratada, que tanto él como los demás compañeros estaban de acuerdo. ¿Os podéis imaginar mi cara en el momento, no? 😀 También pensaba que si me decían que no, cosa que dudaba pero que existía un mínimo de probabilidad por aquello del idioma, me iba a desilusionar bastante porque por primera vez en mi vida había encontrado la cocina de un restaurante donde quería quedarme a trabajar.
El día veintiuno, que fue oficialmente mi primer día de trabajo, en cuanto entré en la cocina mis compañeros me felicitaron y me dijeron que se alegraban de tenerme en el equipo porque era como ellos y encajaba perfectamente en la plantilla, cosa que es totalmente cierta. Este día descansaba mi compañero Bennet y estaba en la partida mi otro compañero, “Flo”, que lleva la partida de pastelería cuando Bennet descansa. Con él también trabajé sin ningún problema, al igual que me caté en la primera hora de trabajo a su lado de que era cocinero y no pastelero ¡Esas cosas se notan! 😉 Aún así, un chico más que “apañao”, trabajador, simpático y bueno.
Aproveché mi día de descanso para ir tres horas al restaurante a primera hora y organizarlo todo; sí, ya se que suena un poco locura porque es mi día de descanso, pero yo soy así, qué le voy hacer. Incluso mi compañero Bennet me dijo que “En Alemania no es común venir en tu día de descanso a hacer cosas”, a lo que yo le respondí que en España tampoco, pero que ahora que formaba parte del equipo necesitábamos organización y ver el caos que dejó el antiguo jefe de partida. Aproveché para sacar todos los botes, ver lo que había y lo que no, ver los moldes, qué había en las cámaras, congeladores… También probar absolutamente todos los postres que estaban hechos y pedirle las recetas que hay en carta a mi compañero para pasarlas a limpio con el ordenador y tenerlas en un cuaderno compartido y plastificado.
Horas infinitas pasando recetas al alemán y estudiando
postres nuevos para hacer.
En carta tenemos siete postres diferentes y uno de ellos es un plato variado donde entran seis elaboraciones que van cambiando casi diariamente. También hay que tener bastante provisión porque damos servicio de comidas y de cenas, aunque por lo que me han dicho mis compañeros ahora se está tranquilo en el restaurante y es más locura en verano. Una vez sabidos ya todos los postres que hay, lo que sale, lo que no y lo que más le gusta a la gente aquí, en casa me he organizado unas tablas de stock para poder llevar mejor la partida entre nosotros y que así nos sea más cómodo a la hora de trabajar. He pasado muchísimas de mis recetas al alemán para compartirlas en la cocina y me estoy haciendo unas tablas de alimentos y utensilios en varios idiomas para poder compartirlas aquí en el blog con vosotros. Como veis soy excesivamente organizada, pero creo que cualquier profesional de verdad tiene que ser, si no así, bastante cercano a los que os cuento.
La carta de todo el restaurante es fabulosa. Si os gusta la comida con toques asiáticos y comer en un sitio ya no solo bonito si no bueno, este es el restaurante adecuado. También es la primera vez en mi vida que me apetece comer en el restaurante donde trabajo, y eso es MÁS que buena señal, os lo aseguro 😉
Oficialmente desde hace justo una semana formo parte de la plantilla del restaurante East Coast de Hamburgo, ahora sí que ha comenzado mi nueva etapa 😀 ¡Ya os iré contando qué tal me va! Como siempre ya sabéis que podéis seguirme por Twitter y por Facebook.
ejemmmmm ….. esto Flo bien no ? jejjejjeje…. ainsss Esther guapa no sabes como me alegro por ti de que te este yendo también…. no todo es suerte, créeme es la preparación y el estar en el momento justo. Y es lo que te está pasando a ti… me encanta lo artista que eres y sobre todo lo profesional… me das una envidia sana que para que contarte. Te mando muchos besitos y sigue contándonos que tal te va. Tengo que decirte que a mi “edad”(39) has despertado el chef que hay en mi y aunque no tengo 20 años, estoy pensado en tomármelo más en serio, así que ya te contaré como sale todo.
Me ha gustado mucho el post. Recuerdo hace unos años, cuando era mas joven y con muy poca paciencia, llevaba una partida en un restaurante importante. Cada semana venían chicos de otras partes del mundo. Quien no hablaba en español más o menos les daba trabajos arduos y repetitivos para que no “molestaran”… me alegro de que hayas encontrado a compañeros que entiendan las limitaciones del lenguaje y te ayuden. Un saludo y suerte!
Toda una experiencia que veo que estás disfrutando al máximo. Mucha suerte, te seguimos de cerca
Eres una crack!
Pocas veces te dejo comentarios, pero hoy me resulta obligatorio.
Muchas felicidades y a disfrutar del trabajo.
Por cierto, si alguna vez nos pasamos por Hamburgo ya sabemos donde pararnos.
Un abrazo bien grande,
Cris.
Te deseo todo la suerte del mundo para que este trabajo sea una recompensa a tu esfuerzo de tantos años.
No sabes cuanta envidia (sana) me das, Esther. Anda que si yo pudiera retroceder unos años… Incluso se me salta una lagrimilla por no haber aprovechado una oportunidad que tuve hace muchos años de ir a Gambrinus a estudiar…
Disfrútalo al máximo, que sé que lo harás, y cuentanos TODO 🙂
Besazos del peque, de Inma y míos 😉
Muchísimas felicidades, Esther, por esta nueva etapa que comienzas. Te sigo desde hace tiempo, me encanta leerte porque eres un ejemplo de trabajo, tesón y amor por tu trabajo. Cómo me alegra ver que te va bien en esta nueva etapa, ¡eres como el ave fénix, siempre vuelves a levantarte con más fuerza! Un abrazo
Esther, Te sigo desde hace algún tiempo. Y me has resuelto algunas dudas con respecto al chocolate. Esta entrada del post, me ha alegrado de verdad. Me gusta que la gente que se esfuerza y es apasionada por su trabajo, obtenga la recompensa. Muchísimas felicidades y mis mejores deseos.
Un beso
APRECIABLE ESTHER..
Primero que nada, que hermoso post ha escrito, logró llegarme adentro, y senti perfectamente eso de hacer cosas que no es exactamente nuestra especialidad; soy medico gineco-obstetra, vivo y trabajo en Mexico en la practica privada; y muchas veces me han pedido que haga tal o cual cirugia que no es de mi especialidad, y siempre me he preguntado, que la gente no entiende que es un ginecologo? me he logrado identificar mucho con usted, felicidades por su nuevo trabajo, felicidades por su hermosa carrera; ya vera que muy pronto hablara aleman y estos apuros seran solo cosa del pasado, animo y buena suerte … pupa de mexico
Me ha encantado el post Esther. Te mereces todo el éxito del mundo.
Un abrazo. Rosa.
Felicidades de nuevo por el trabajo y si vamos por Hamburgo te visitaremos seguro, si te apetece comer a ti en el restaurante es una excelente señal de que vale la pena probarlo.
Ya me tienes aquí como una seguidora mas y me paso por twitter mñs.
Besos
Hola Esther
Después de engancharme a tus cronicas,veo que el resultado es mucho mejor que bueno,que por fin da resultado la insistencia y el querer es poder.
Te felicito de verdad y que te dure mucho la felicidad de poder trabajar donde una se siente agusto,comoda y comprendida…Te deseo lo mejor y que nos sigas contando tus experiencias.
Un beso.